Castillo del Conde Gremor

El Conde observó a Bara. Parecía estar recordando pero... ¿Y que tal si ella recordaba lo realmente cruel que podía ser? ¿Podría ser el final de una posible relación amistosa? Hmmm...

- Y bien... no importan ya tus recuerdos ni tus pensamientos. Estás aquí, a mi merced. Y sé que en el fondo sabes, que jamás podrías conmigo en una batalla. Hmhmhmhm... además... nadie entra o sale de mi castillo.

Pero vio a una brujita en el techo, hablándole.

- ¡Douh! (Escena cómica).

El Conde alzó la mirada pero... ¡Oh infiernos santos! Una brujita sexy, estaba en su techo ésa noche... (Siempre está oscuro allí).

- Mucho gusto, señorita pero... ¿Quién es responsable de tan radiante belleza? Por supuesto, si no es oportuno preguntar, milady.

Dijo el Vampiro, guiñándole un ojo.

El Conde observó con atención a Bara.

- Hmhmhmhm... una Nosferatum. Vaya... ésto será interesante...

En seguida, el Conde se puso al aldo de Bara, y le susurró en el oído...

- Estimada... si realmente quiere usted valerselas por si misma... usted debería de enfrentar a ésta simpátitca muchacha. No se preocupe, si veo que está en muchos aprietos, yo mismo la socorreré. Puede confiar en mí.

En seguida, miró a Blair, y simplemente sonrió, mostrándole también sus colmillos.

Bara bofeteó al Conde. Sí señores. Pero al moneto hacerlo, el Vampiro sonrió, y se puso a reír como un lunático.

- ¡WUAJAJAJAJAJA! ¡ÉSA ES LA ACTITUD! ¡ÉSA ES LA ACTITUD! ¡VAMOS, MÁTALA, MÁLATA, MÁTALA!

Sus ojos estaban desorbitados y parecía un loco, gritando mientras se cortaba la mano con su daga. Se cortaba y gritaba, frenéticamente. Parecía ser que había despertado el salvajismo en él al fin... pues ésa era su verdadera naturaleza.

El Conde Gremor, había estado observando todo. Se había dejado de cortar en cuanto apareció Suigintou, y estaba con los brazos cruzados, mirando seriamente a Kira. El Vampiro miró que ella esperaba una reacción de su parte. El Vampiro sonrió, y comenzó a aplaudir mientras caminaba hacia ella.

- Bravo, bravo, simplemente, bravísimo. Hmhmhmhmhm... ¡Querida, ya no dejas de sorprenderme! ¡Tienes un segundo ente viviendo dentro de tí! Éso es fascinante...- Estaba ya muy cerca.- Y excitante. Hmhmhmhm...

El Conde se dio vuelta y cerró los ojos. En seguida, aparecieron zombies para ordenar el desastre.

- Pues ya te habrás dado cuenta que ellas dos, son quienes te han hecho ésto. Blair, es una perra fácil. Pero la otra, estoy plenamente seguro que es una enemiga poderosa. Oh, sí. Pero obviamente, yo podría matarla fácilmente si me lo propusiece. Pero detesto asesinar mujeres. ¿Podrías tú? Yo ya veo que sí. Hmhmhmhm...

En poco tiempo, todo estaba ordenado de nuevo. El Conde se acercó nuevamente a Kira o Bara, y se inclinó ante ella, pidiendo su mano.

- Permítame usted escoltarla, mi señora. Quiero mostrarle algo realmente útil...

- Pues lo mismo diría usted, si me vieron con mi hermano. Hmhmhm...

El Conde apretó con firmeza el brazo de Kira, y ambos salieron volando, impulsados por la increíble fueerza y destreza del Conde. Llegaron a una extraña habitación, dentro del castillo. Estaba completamente oscura, y en el centro, brillaba una gran bola de energía maligna.



- Ésto, querida mía, es mi última creación. He pasado mucho tiempo juntando energía maligna, y he logrado contenerla en ésta habitación. Si te acercas a ella, tus heridas se curarán completamente...- El Conde miró de pies a cabeza a Kira.- ...claro, en caso de que lo necesites. Pero si eres un alma pura del corazón, te consumirás en su fuego. ¿No es... ¡MARAVILLOSO!? ¡WUAJAJAJAJA!

El Conde no se movió ni un milímetro.

- Con que no, ¿Eh? Bueno... -Su cara se tornó diabólica.- ...¡PUES VEREMOS SI DIRÁS ÉSO DESPUÉS DE ÉSTO!

El Conde desapareció por su gran velocidad, y apareció frente ella, dándole un golpe en el rostro tan fuerte, que varios cuadros cayeron destrozados por la monstruosa fuerza del Conde. En seguida, comenzó a darle varias patadas en el estómago con la misma intensidad y en seguida, expulsó un haz de energía malgina, capaz de empujarla hasta que quedase clavada en la pared.

En seguida, el Conde dio unos giros hacia atrás apoyando sus palmas al piso, y en seguida, se puso a la defensiva por cualquier cosa. Se lamió los labios. Si había algo que disfrutaba mucho, ése algo, era tener una buena batalla.